La fiesta sorpresa

22

TERCER PREMIO DEL SEGUNDO CONCURSO LITERARIO DE LA VOZ SILENCIOSA.

LA FIESTA SORPRESA, de Oney

¡Hola a todos!, quiero presentarme, mi nombre es “Bombín”; si, suena un poco raro, pero es mi nombre artístico.

Soy payaso de profesión y mi característica principal es mi sombrero en forma de bombín. Es un regalo heredado de mi padre y a la vez heredado de mi abuelo que, al igual que el bombín, me dejaron en herencia la profesión. Una profesión que amo, que disfruto mucho, aunque, para ser honestos, no es nada fácil y tampoco está bien pagada.

Llevo años trabajando en esto, haciendo reír a los niños de todas las edades y de todas clases sociales. Esta profesión me ha dado la oportunidad de viajar por varias partes del país y conocer muchos niños de diferentes comunidades.

Dentro de mis proyectos, para que más gente me conozca, realizo de manera voluntaria trabajo social asistiendo a hospitales materno-infantiles llevando mi espectáculo y compartiendo risas y sonrisas con los niños que, por algún motivo, se encuentran en hospitales.

Otro de mis proyectos para publicitarme es ir a las estaciones de radio donde me lo permitan y regalar una función para algún niño que no tenga posibilidades de pagar.

Ese día, estando en la estación de radio, se sorteó una presentación totalmente gratuita para alguno de los niños que fueran a cumplir años durante el mes de noviembre y de entre cientos de llamadas recibidas, fue una niña la afortunada.

Su cumpleaños sería el sábado 24 de noviembre, ella radica en un pueblito ubicado aproximadamente a una hora de la ciudad.

El nombre de la pequeña era Isabel, cumplía 7 años, y era la menor de las hijas de un matrimonio joven. Isabel solo tenía un hermano, que era apenas 2 años mayor que ella.

Residían en una casa de adobe con piso de tierra y techo de lámina y vivían con muchas carencias económicas, pero con mucho amor; esto lo supe el día del cumpleaños, cuando llegué a la casa ese 24 de noviembre.

Fue grande mi sorpresa cuando al llegar no encontré fiesta, ni pastel, ni regalos, ni globos. ¡No había nada!

Por un momento pensé que me había equivocado de casa, o de fecha, pero no, todos los datos coincidían.

Encontré a la pequeña cumpleañera riendo y jugando en una calle polvorienta junto a un grupo de amigos todos descalzos y corriendo tras un bote que con mucha imaginación era lo más parecido a un balón, y en ese mismo momento mandé comprar un pastel y refrescos y ya tenía una piñata así que solo faltaban los invitados, entonces llamamos a todos los vecinos, y a los niños. ¿Fue una verdadera fiesta sorpresa o sorpresa de fiesta? No lo sé.

Lo que sí sé es que ha sido la mejor presentación que he dado, al menos es la que más he disfrutado por todo lo vivido. Me siento muy afortunado de poder hacer algo por los niños mediante mi profesión y deseo de todo corazón que haya sido también el mejor cumpleaños de la pequeña Isabel.